jueves, 21 de febrero de 2013

El proceso creativo

Ahora mismo, tengo la cabeza que me echa humo. Después del trabajo, he retomado el tema del libro y me he sentado a hilvanar la historia, la trama. Sabía de antemano que es un proceso complejo, consume mucha energía, ¿pero tanta? Eso no lo sabía.
Hace tiempo, leí un libro que analizaba los diferentes elementos que ha de tener un bestseller. No significa que si tu historia tiene esos elementos, vayas a triunfar. Para nada. De hecho, varios libros que he leído y que me han encantado no cumplían esas normas. Uno de los capítulos trataba sobre el proceso creativo, cómo el escritor se sienta con una idea más o menos clara y la va desarrollando.
El libro en cuestión era “El hombre de San Petersburgo”, de Ken Follett. Pues aluciné con los diferentes borradores que se curró, hasta que dio con la versión final de la novela. En la primera, había personajes que después desaparecían en el segundo borrador, en un tercero volvían a aparecer. Unas veces eran buenos, otras malos. Vamos, que de una historia, podría haber sacado cuatro o cinco novelas, y todas habrían sido distintas, y seguramente, igual de buenas.
Algo así es lo que me ha pasado esta tarde. He cogido los trozos inconexos que tenía en la cabeza, intentando enlazarlos para crear mi historia. Y todo esto, a la antigua usanza, con bolígrafo y papel. A medida que iba escribiendo, los personajes cobraban vida en mi cabeza, todo iba más o menos bien… Hasta que se han empezado a rebelar. Ha llegado un momento en que en mi cabeza parecía estar desarrollándose una partida de Sims en modo “libre albedrío”. La protagonista se me ha convertido en una pánfila a medida que los malos ganaban terreno, y ha acabado pintando poco o nada en la historia. Era la heroína, hasta que mi bolígrafo, siguiendo las indicaciones de mi cabeza a mil por hora, la ha convertido en una tiparraca sin sangre en el cuerpo y sin ningún interés. El personaje malo malísimo acababa muerto en medio de la trama y de potencial asesino pasaba a ser víctima. Y de repente, toda la historia ha dado un giro inesperado, que me parece buenísimo, pero que no acabo de ver cómo lo encajo.
He contemplado la posibilidad de seguir los consejos de la gente que me dice que simplemente me ponga a escribir, y que ya irán saliendo las cosas. Es cierto que cuando te pones a escribir, hay elementos que van cambiando y cosas que se te ocurren de repente. Pero normalmente no suelen ser elementos excesivamente relevantes. Y la verdad, uno de mis defectos es que soy demasiado perfeccionista como para ponerme a escribir a lo loco, porque normalmente eso suele acabar en una historia donde al final has perdido el rumbo y no sabes ni para dónde va.
Al final, sinceramente, todo esto se ha convertido en una montaña rusa de emociones según iba escribiendo. Y eso que aún estoy confeccionando un triste borrador. Así que aunque rabiosa porque no acabo de ver qué saldrá, me estoy divirtiendo, y estoy también emocionada, porque creo que estoy cerca y de que va a ser mucho mejor que lo que en principio tenía en la cabeza. Si es que no termino en un manicomio. Stay tuned!

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