martes, 19 de febrero de 2013

Prólogo

Lo primero que sentí fue un barullo a mi alrededor. No veía nada, solamente oía voces, pero tan lejanas y tan bajas que no podía entender qué decían. Me recordó al sonido amortiguado que se percibe cuando estás bajo el agua y escuchas a alguien hablando en la superficie.
Tampoco podría decir cuántas voces eran. Solamente eran susurros, sin rostro ni cuerpo, pero los oía por todas partes, como si viese una película en dolby surround. Sólo que no veía nada. Eso fue lo segundo que percibí. Tomé conciencia fugazmente de que a mi alrededor, aparte de las voces, reinaba la más absoluta oscuridad. Di orden a mi cerebro para que abriese los ojos, pero ninguna luz se encendió.
Intenté extender los brazos, para ver si podía tocar algo que me permitiese hacerme una idea de dónde estaba y de qué me pasaba, pero no noté que mis extremidades se moviesen. No noté nada. De repente, me entró miedo, que poco a poco se fue convirtiendo en pánico, a medida que tomaba conciencia de que solamente oía voces, que no entendía, y que no podía ver ni sentir nada. Todo mi mundo se reducía a un cerebro pensando, incorpóreo, etéreo.
Luché por concentrarme en las voces, por intentar captar algo, aunque solamente fuese una palabra. En aquel momento, cualquier cosa me valía, con tal de que me sonase familiar y aliviase un poco el pánico que se estaba apoderando de mí. Después de un rato, percibí que, aparte de los murmullos, también escuchaba ruidos. Oía una especie de pitido, regular, a intervalos cortos. También oí un susurro acariciante, schsssssss, schsssssss. Se me vino a la cabeza la respiración de Darth Vader, y ese solo pensamiento, por un segundo, me reconfortó. Algo familiar, algo reconocible. Schsssssss, schsssssss. Pero no conseguía darle forma a nada de lo que oía.
Estaba atrapada. En un pozo, en la negrura, en algún lugar inidentificable. Schsssssss, schsssssss. Donde hasta entonces, solamente podía pensar, dar vueltas sin llegar a conclusión alguna. Schsssssss, schsssssss. De repente, el lejano pitido que conseguí escuchar, ganó fuerza rápidamente, subió de volumen y de cadencia, cada vez más alto y más rápido, más alto y más rápido, hasta que se convirtió en un estruendo continuo. Y de repente, la nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario